Si tenemos que evaluar una silla de oficina, ¿por qué tenemos que elegir primero el respaldo?
La silla de oficina debe proporcionar comodidad a toda la persona, no sólo a las nalgas.
Así que nos ocuparemos de los asientos en un próximo post y empezaremos por lo que antaño representaba el «estatus» del usuario, porque en el imaginario colectivo de los años de bonanza económica contaba el «tamaño» del respaldo. Y también lo hacían los materiales de tapicería, que debían ser de alta calidad, como el cuero.
Las actividades que el usuario de la silla realiza duranteel horario laboral también han cambiado: hemos pasado del trabajo manual al trabajo realizado exclusivamente en el ordenador, donde todo el mundo lo utiliza. Ni tintero, ni pluma estilográfica: un ratón y un teclado. Y esto también se aplica al «jefe», que antes tenía un ayudante que lo hacía todo, mientras que hoy está de pie delante de la pantalla trabajando la mayor parte de su tiempo en la oficina, gestionando muchas cosas por su cuenta.
Por tanto, el respaldo debe ayudar a que el torso descanse
– erguido
– dar apoyo lumbar
– garantizar la transpirabilidad del respaldo
– apoyando la cabeza
– tener la posibilidad de bascular
– permanecer siempre en contacto
– con un amplio ajuste de altura.
Por tanto, en la oficina «3.0», la opción de elegir el respaldo del asiento operativo debe ser alto, evitando aquellas sillas de respaldo bajo, pudiendo elegirlas como asientos para invitados.
El respaldo, en posición estática, debe garantizar al usuario el mantenimiento del ángulo de 90° entre el torso y la pelvis, ofreciendo, mediante una curvatura estructural del respaldo o un soporte integrado, un fuerte apoyo lumbar que pueda ajustarse elevando el respaldo. El respaldo también debe ser basculante, para que la persona pueda ajustarlo a sus necesidades, como, por ejemplo, para permitir el tiempo mínimo de relajación necesario durante la jornada laboral.
Por otra parte, el reposacabezas, que a menudo no gusta, es útil tanto cuando el respaldo está inclinado -para apoyar la cabeza- como para indicar, durante el uso, que se alcanza la posición perpendicular de la espalda al sentarse correctamente.
Las nuevas tendencias sanitarias y éticas en el ámbito de la oficina apuntan hacia el uso de tapicerías de«malla»elástica y sin acolchado: el cuero tiene un fuerte impacto ecológico en su elaboración y a menudo no se acepta por su origen animal, los tejidos se ensucian y retienen olores, incluso los acolchados más recientes, a pesar del efecto «memoria», recuperan su conformación original en mucho tiempo, se degradan y, al «final de su vida útil», no se reciclan. Además, no permiten que el cuerpo respire, con el resultado de que la espalda y el trasero del usuario sudan.
La«malla» (malla autoportante), por su parte, mantiene siempre su tensión original, lo que permite que incluso varios usuarios puedan utilizar el mismo sillón en un ciclo continuo (24h), sin sufrir la huella del cuerpo de la persona que lo utilizó anteriormente. Favorece el intercambio de aire con el entorno en el que se utiliza, disfrutando de climatización según la estación y reduciendo la sudoración típica del contacto con el acolchado y su funda. No retiene ácaros y se limpia fácilmente con un paño de microfibra húmedo (también con detergente eco/bio/vegano a base de alcohol).
Así que nuestro consejo es que prefieras la silla de oficina que tiene:
– respaldo alto
– amplio apoyo lumbar
– ajuste de altura
– inclinación regulable en varias posiciones
– reposacabezas ajustable
– revestimiento de «malla», evitando las mallas de plástico o los acolchados que favorecen la transpiración
– facilidad de limpieza.
En la próxima hablaremos del asiento óptimo, aquel en el que descansamos nuestra «terga».