Hasta hace poco, las sillas de respaldo bajo se utilizaban como sillas de trabajo de oficina. La elección estaba motivada por el hecho de que el escritorio solía tener al menos 80 cm de profundidad para poder sostener, entre otras cosas, el monitor de tubo de rayos catódicos. A menudo se utilizaba un apéndice lateral, creado para sostener la máquina de escribir, que con el tiempo fue sustituida primero por el procesador de textos y luego por el ordenador.
Por ello, la silla de oficina se utilizaba a menudo de forma «inadecuada», sentándose en la parte delantera de la mesa, adoptando una postura incorrecta porque se adecuaba a las medidas del lugar de trabajo y no a lo que era lógico sentarse, siguiendo las pocas -pero imprescindibles- normas de sentido común, reguladas posteriormente por el Decreto Legislativo 81/08 sobre seguridad en el trabajo.
A medida que el ordenador se convirtió en una necesidad, el lugar de trabajo -incluido el asiento- tuvo que cambiar sus dimensiones y equipamiento: se acabó el dáctilo, con sus varios cm de saliente en la parte inferior, la profundidad de la superficie de trabajo operativa se redujo a 60 cm, se eliminó el cajón deslizante para el teclado, se aumentó la definición y el tamaño de las pantallas planas de vídeo (a veces apoyadas en cómodos brazos giratorios regulables en altura y distancia respecto al usuario), se prestó mayor atención a la iluminación ambiental, y mucho más.
En esta mejora de las condiciones de trabajo de la persona, incluso la sesión de trabajo ha adquirido finalmente una importancia primordial en la valoración del usuario y/o empresario, también por la posible responsabilidad derivada del uso de mobiliario inadecuado, o incluso insalubre.
Pero, ¿para qué sirve un reposacabezas en una silla de operaciones?
Durante años, el reposacabezas ha sido objeto de burlas superficiales: ¿recuerda al sillón del barbero o al del dentista? Pero la duda, en esas actividades, se borra cuando el barbero o el dentista invitan al cliente/paciente a apoyarse en él para poder operar con seguridad con la navaja en la cara o el taladro dentro de la boca: en estos casos, el reposacabezas ofrece más comodidad y menos preocupaciones a quienes se someten al trabajo de los dos profesionales.
Como ocurrió cuando aparecieron los primeros reposacabezas en nuestros coches. Para qué servía, se preguntaba el propietario del «Mickey Mouse» o del 500, mientras que los que tenían un coche de altas prestaciones ya comprendían que al acelerar, a altas velocidades, tenía que estar ahí para evitar que el empuje causara dolor (si no algo peor) debido a la presión sobre el cuello. Con el tiempo, se ha convertido en un elemento obligatorio en todo tipo de coches como «salvavidas», además de necesario para evitar el «latigazo cervical» en caso de colisión frontal o trasera.
En el sillón de oficina, las funciones del reposacabezas son menos obligatorias, pero aportan al usuario beneficios no marginales: en el caso de la inclinación del respaldo (y los sillones ergonómicos COMFORT pueden inclinarse hasta 135°) permiten al usuario disfrutar de unos minutos de auténtica relajación durante la jornada laboral, pero, sobre todo, en el uso diario normal recuerdan al usuario que, al inclinar más la cabeza hacia atrás, su postura no será la adecuada. De hecho, la postura correcta para sentarse en un sillón durante la jornada laboral es colocar los pies en posición horizontal, de pie, con el ángulo de las rodillas con los muslos a 90°, apoyando la pelvis con la espalda a 90° y sin que la cabeza sobrepase este ángulo.
El reposacabezas de la silla de oficina debe ser regulable en altura, estar situado en la nuca y tener la posibilidad de inclinarse para ofrecer la mayor comodidad posible. En caso de uso compartido, debe estar tapizado en un tejido que pueda limpiarse fácilmente con un paño de microfibra humedecido con una solución desinfectante.
Por tanto, la combinación de respaldo/reposacabezas lleva a elegir un respaldo alto, incluso en el contexto de las sillas de trabajo, que actúa como soporte de todo el torso, garantizando con el reposacabezas la posición óptima.
Es una de las condiciones que hacen que una silla de oficina sea ERGONÓMICA, definición que no es válida para todos los tipos de sillas de oficina.
El bienestar del propio cuerpo mediante el control de la postura garantizará un futuro mejor y una mejor salud, también porque las horas que pasamos sentados por trabajo pueden ser más de un tercio de nuestra jornada y, por tanto, un defecto postural puede ser perjudicial para nuestro bienestar diario.
Por cierto, te damos un consejo desinteresado: elige un buen colchón, pruébalo y comprueba si te ofrece el mejor descanso. Junto con la silla de oficina, habrás resuelto 16 horas de 24 de la mejor manera posible: dedica las 8 horas restantes a la salud de tu cuerpo y de tu mente, ganarás en salud y tu futuro será mejor. ¡Mens Sana in Corpore Sano también en la oficina!
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